Historia
Desde la Prehistoria Adamuz ha sido un enclave privilegiado de asentamiento de grupos humanos. En distintos yacimientos arqueológicos como los de la Cueva del Cañaveralejo se han encontrado restos humanos y materiales datados en el final del V milenio a.C.
Desde entonces se han sucedido pueblos y culturas hasta el presente con hitos significativos como...
- Durante el período de la Hispania Romana, en que Adamuz perteneció al término de Sacilis Marcillus, actual Alcurrucén, término de Pedro Abad, según se puede deducir por las inscripciones romanas aparecidas.
- Época visigoda, con hallazgos de restos de epitafios y ladrillos con simbología cristiana.
- Dentro de al-Andalus, Adamuz (que recibe este nombre en ese periodo) pertenecía administrativamente a la cora cordobesa. Y aquí se hallaba Armilat, la posada más cercana a Córdoba, donde murieron los hijos de Almanzor en 1008 y 1009.
- Se localizarán en Adamuz varias ventas francas de las concedidas por Enrique III en 1394 a la ciudad de Córdoba.
- En 1566 Felipe II vendió la villa y su término a Luis Méndez de Haro y Sotomayor, marques de el Carpio, cuyo escudo de armas es el que actualmente utiliza como sello municipal el Ayuntamiento.
- Fue visitado por Felipe IV. En torno al camino proliferaban las ventas y en la población existían bastantes mesones; aún hoy tiene una calle ese nombre, mostrando así la importancia del tráfico y su repercusión en el pueblo.
- Durante la Guerra de la Independencia muchos naturales de Adamuz formaron parte de las partidas guerrilleras que se enfrentaron al invasor francés y prueba de ello es el ajusticiamiento de los guerrilleros adamuceños Mateo Vázquez y Mateo Gomes, ejecutados en Córdoba en 1811.
- El siglo XIX trajo la desamortización del monasterio de San Francisco del Monte y la apropiación por los poderosos de la mayor parte de las tierras comunales, aunque nuestro municipio fue uno de los pocos que logró mantener hasta hoy parte de los predios del común ("Montes Comunales").
"...esta gente que vivió en la Cueva del Cañaveralejo disfrutó del mismo paisaje, pescó como hoy se puede pescar, cazó el jabalí y el ciervo y sembró espigas de trigo para su incipiente economía agricultora. Nos dejó maravillosas hachas pulidas, puntas de flecha y cuchillos de sílex, llenó sus cántaros -hechos de barro rojo, con lejanos motivos ornamentales de la Anatolia y de Chipre-, con esa agua que nosotros bebemos ahora, en las umbrías de los cañaverales o bajo los plateados olivos."
Juan BERNIER LUQUE (1911-1989)
"Córdoba tierra nuestra"
Córdoba, 1979